Yo vivo entre los árboles
y lanzo las piedras que más se parecen a mí.
Tú vives en el borde de un tejado,
los ojos fijos en las nubes,
los brazos desplegados
como alas de una estatua
listo para todo.
Y ves cómo la nube
se olvida de sí misma:
tu mirada está puesta
en las máscaras de dios.
Yo no puedo librarme de mí,
me veo reflejo en los cristales,
en lo brillante de las bóvedas
y lo negro de la tierra.
Seré ahogado en un espejo.
Pero tú puedes tocar el espejismo,
descansar en el sillón sin preguntarte
cuándo habrás de concluir.
No tienes deseos,
por eso cultivas mis huellas.
Y dices: sólo en el silencio
podremos escucharnos.
Lástima que el mundo no se calla.
Apenas dormir bajo tu sombra,
apenas que tu sombra diera frutos
para comer del sol.
Estoy seguro de mis pies,
de mi cuaderno, de mi voz
y de ti:
ahora mismo parpadeas, tienes hambre,
buscas el agua para saciar tu sed,
para llenar
mi vaso.
Poem by José Chapa